Delicados pero un punto maliciosos, rollizos pero ingrávidos, sutiles y armoniosos, danzarines, alegres y suavemente melancólicos, juguetones…
Así son los putti de Serpotta, toda una lección de lo que significa el espíritu rococó, suavemente irreverente, hedonista, quizás algo frívolo, con una belleza tan exquisita que a punto está de caer en lo kicht que deberíamos (para entenderlo cabalmente) acompañarlo con la música de la que nos hablaba Rafael Gordillo
Pero estos putti, además de perfectos estudios de la anatomía y los humores infantiles (cosa nada normal en el arte), son toda una lección magistral de cómo puede jugarse con la luz, una veces haciéndola resbalar sobre las superficies pulidas, otras atrapándolas en fuertes trepanados de las telas y los elementos decorativos, creando un juego de ritmos que es el que verdaderamente danza en nuestros ojos y crea esta sensación evanescente, de sueño a punto de ser interrumpido en donde la verdad y la mentira se confunden para nuestro propio deleite.
Sin embargo, y pese a su terrible belleza, yo me quedo con dos pilluelos en el Oratorio del Rosario de Santa Cita que me recuerdan tanto a los pilluelos que pinto Murillo de los que sabe tanto Berthold.
[…] A ellos, sin embargo, les dedicamos un post individual. […]
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Pingback por SERPOTTA. LA ELEGANCIA SICILIANA « Palios — 27 mayo 2011 @ 17:29
Muy muy 🙂 http://calogeromiraviajes.wordpress.com
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Comentario por Calogero Mira — 31 mayo 2011 @ 22:32