Desde hace muchos años es uno de mis clásicos de primavera-verano.
Este año ha sido Aranda la elegida bajo el nombre de Eucaristía, con dos sedes, la iglesia (catedral) de Santa María y la iglesia de San Juan.
De las dos, es la de la iglesia de San Juan la que más floja me ha parecido, aunque con obras notables de Gregorio Fernández y una amplia colección de joyas litúrgicas.
La de Santa María, sin embargo, me ha parecido magnífica.
Desde su portada hispanoflamenca de los Colonia (que ya analizamos en señor del Biombo) a su interior gótico y señorial, tanto contenido como continente son espectaculares, con un par de obras de antología de Gil de Siloé (como este magnífico Ecce Homo) y una multiplicidad de Últimas Cenas que harán las delicias de los apasionados a la iconografía.
Se encuentra en esta sede numerosas obras de arte contemporáneo religioso que, frente a ediciones anteriores, resultan en general de una gran calidad y originalidad, tanto en lienzos como en fotografías o instalaciones.
Junto a la tradicional exposición las Edades son la excusa perfecta para acercarse a una villa y una comarca poco conocida pero llena de atractivos.
En la propia ciudad es obligatorio un buen lechazo, conocer la historia de su famoso plano o la visita a las varias bodegas subterráneas enclavadas en el propio caserío (no olvidemos que nos encontramos en uno de los corazones de la Ribera del Duero).
A menos de cinco kilómetros es casi obligatorio visitar la iglesia gótico-mudéjar de Sinovas de la que ya hablamos aquí.
Y un poco más allá, ¿cómo perderse Peñaranda de Duero, tan magnífica?
Vicente Camarasa
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