Una pequeña muestra de la magnífica colección de Vírgenes Theotokos del Museo Marés. Barcelona
Iniciado el modelo en torno al siglo X, la Virgen Theotokos, Kiriotissa o Sedente se desarrolla especialmente a partir de Cluny, pasando después de los monasterios a las parroquias. (Gregorio IX manda cantar la Salve Regina en todos los templos de Roma los viernes después de Vísperas. También en 1135 Pedro el Venerable lo había impuesto a los monjes de Cluny en procesiones claustrales, Francisco Javier Ocaña)
Museo Marés
Su origen iconográfico directo hay que buscarlo en los modelos bizantinos que ya analizamos aquí, aunque no debemos desdeñar la importancia que tuvo la Adoración de los Reyes Magos (presente desde el paleocristiano) en el que desaparecen los magos para fijar el modelo de madre e hijo, ella como un trono, Él como un pantócrator, aunque infantil, con su rollo (ley judía) o libro y sus dedos bendiciendo.
Mosaico de Santa Sofía. Bizancio
Santa María de Tahull. Románico
San Juan de Alba de Tormes
Simbólicamente la Virgen se entiende como Trono de Dios, pero también «Sede de la Sabiduría» según avance la cronología y el papel de la Virgen aumente, vinculándose ya con el mundo cisterciense. Es la evolución hacia una progresiva reivindicación de la mujer (nacida en torno al mundo trovadoresco) que tendrá su culminación en el mundo gótico y sus catedrales dedicadas a Nuestra Señora.
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La imagen de la Virgen es, estéticamente, la evolución de las matronas romanas (aquí lo vimos) y las posteriores emperatrices bizantinas que añaden el trono o escaño (que materializa algunas ideas, como soberanía, victoria o poder de intercesión, Domingo Buesa), corona (uniendo así poder político y religioso que se reafirma con los diseños de a corona, que remiten a los contemporáneos de los reyes, como podéis ver en la réplica de la que utilizara Wifredo el Velloso) o vestidos de amplias mangas habituales en el ceremonial cortesano bizantino (igual que se pedrería toscamente imitada)
Bajo ella aparece el velo (de raíces judías pero también romanas) que alude a la virginidad de María (pervive la indumentaria romana en muchas de estas representaciones de la Virgen. María, al modo de las matronas del Bajo Imperio, lleva túnica, manto y ese velo que -como hemos apuntado- tiene una significación sagrada, al ser impuesto a las doncellas que se consagraban a Dios. Domingo Buesa)
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En sus manos suele portar una esfera (paulatinamente convertida en fruta según nos acerquemos al gótico), que se vincularía con las antiguas imágenes de Cristo como Cosmografo, creador del universo, dándole este poder a la Virgen como madre de Dios. Frente a esta simbología también se plantea la manzana del Paraíso, como atribución redentora del pecado, segunda Eva, dentro de la más pura doctrina tradicional (Francisco Javier Ocaña)
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Según comenta Domingo Buesa, estas imágenes, eran utilizadas en algunas fiestas litúrgicas, en las que se escenificaban pasajes del Nuevo Testamento, relativos al nacimiento y adoración del Niño. Estas representaciones, auténticos dramas litúrgicos, estaban ejecutadas por clérigos y personas del entorno eclesial y en ellas se incorporaban algunas imágenes de la Virgen presentando al Niño. Esta cuestión nos ofrece un campo de grandes posibilidades para delimitar el papel jugado por estas tallas en madera
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En torno al 1200 esta iconografía irá desapareciendo por nuevos modelos, muchos más humanizados, que ya analizamos aquí
Maestá. Duccio. Inicios del Trecento
PARA SABER MÁS
[…] trata de un obra protogótica en donde aún se mantiene la iconografía (kiriotissa), la frontalidad y el […]
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Pingback por VIRGEN DEL SAGRARIO. PLASENCIA | Palios — 22 septiembre 2020 @ 17:49