Se trata de la imagen central del retablo que se desmontó en el XVIII en San Antonio de los Alemanes (o Portugueses) que preside el altar actual.
Si en San Bruno el tema era el éxtasis místico (como ya vimos aquí), aquí se busca el arrobo, cuando San Antonio recibe al mismísimo Niño Jesús en sus brazos y se convierte en un segundo San José.
Este sentimiento se provoca en la suave mirada que el santo dirige al Niño, que , desde lo humano, llega a la más dulce de las intensidades.
Junto a ello, también son destacables las texturas conseguidas en la ropa del santo y la perfecta anatomía infantil (tan rara de ver) en Jesús
Por si fuera poco, el mismo autor volvió a repetir el tema en la portada, en esta caso utilizando la piedra.
La suavidad y exquisitez de la mirada aún son mayores, lo que es una verdadera prueba de maestría en un material tan poco dúctil
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