El lugar ha sido sacro desde tiempos antiguos.
Durante el período romano se adoraba en él a Giove Clitunno, dios de las fuentes y manantiales, al que se dedicaban las fiestas clituniales.
Tanto Caligula como Nerón acudían a la zona para tomar las aguas, Virgilio en sus georgianas o Plinio en sus cartas hablan con admiración del paisaje de la zona.
Para entonces las fuentes debían ser mucho más caudalosos permitiendo la navegación hasta la propia Roma, pero el terremoto del siglo V desvío gran parte de sus aguas subterráneas.
La zona siguió teniendo en la edad media un fuerte sentido sagrado tal y como demuestra la existencia de múltiples eremitorios y el famoso templo del que ya hablamos aquí.
El paisaje también fue glosado por el propio Byron o por Carducci , y ya en el siglo XIX fue reacondicionado en su forma y fauna actual con lago central.
Un lugar de una paz casi imposible y unos colores maravillosos.
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