En 1624 Gregorio Fernández se compromete a hacer un inmenso retablo para la catedral de Plasencia.
Para la obra arquitectónica se eligieron dos artídfices de su círculo de confianza Cristóbal y Juan Velázquez, que crearán una máquina manierista, de calle central remarcada y dos laterales rehundidas que funcionan como alas; todo realizado a través de columnas, hornacinas y dobles entablamentos (el superior será ocupado en cada piso para relieves narrativos)
Las continuas dilaciones del maestro (cada vez más impedido) hará el que taller realice una gran parte de la obra y se sustituyan ciertas zonas laterales por cuadros (los inferiores por Ricci).
Pese a todo nos encontramos una magnífica colección de escultura, destacando especialmente la Asunción (que sigue el modelo de Miranda de Duero y juega con múltiples planos para la creación conjunta de la escena que termina saliendo de su propio marco por medio de ángeles que hacen incluir en la escena a San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen) y el Calvario superior al que, junto a la tradicional Deesis, se añade a sus pies la figura implorante de Magdalena
Para saber más
FOTOGALERÍA ENLAZADA DEL ESCULTOR
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