Ahora el conjunto es un edificio independiente pero en su origen fue una capilla de la gran iglesia de santa María, perdida en la guerra civil.
Se trataba de una capilla que en el siglo fue comprada en el siglo XV por el Oidor del rey Juan II de Castilla, don Pedro Díaz de Toledo, decidió construir un panteón
De esta época son las yeserías que mezclan formas fornas góticas y mudéjares y la magnífica reja de Gil de Hontañon
En su centro existe una pila bautismal, reconstruida con los fragmentos que se conservaron tras el derrumbe de las naves.
En ella fue bautizado Cervantes tal y como consta en la documentación.
Anejo a ella se encuentra la ermita del Cristo de la Luz. , construcción barroca de cúpula encamonada y bóveda de cañón con lunetos.
Ya nos ocupábamos en otra ocasión de la espectacular arquitectura de esta desconocida iglesia madrileña.
Hoy queremos repasar brevemente otra obra (quizás menor) del propio arquitecto en este templo: la estructura arquitectónica de tres retablos del templo que acogen las esculturas de Pascual de Mena.
En ellos encontramos el fecundo talento del arquitecto y sus fuertes vinculaciones con los modelos italianos.
A ambos lados de la puerta de entrada se encuentran dos retablos gemelos dedicados a Santa Escolástica y San Agustín.
En ellos se usa los motivos borrominescos de un muro convexo que avanza hacia el espectador y se rompe en su frontón para añadir un ático (de nuevo borrominesco) que utiliza el óvalo para dejar paso a la pintura, rodeándolo de sus característicos ángeles y cerrándolo en la parte superior con un arco mixtilíneos.
Frente a ellos, el retablo central recurre a formas derivadas de Bernini.
Como ya veíamos en el Transparente de Cuenca, el arquitecto abre un óculo superior y lo vincula a la figura por medio de rayos dorados, al igual que el Éxtasis de Santa Teresa.
Sobre él se antepone un imponente templete de frontón partido en donde se juega (al modo romano) con la policromía de los distintos elementos.
Tierras propiedad de los Vargas fue (como otros tanto lugares) sitio frecuentado por San Isidro, en el que se producen varios milagros, como el del lobo.
Se trata de un templo mudéjar-románico de escuela toledana en donde se alternan bandas de mampostería entre verdugadas de ladrillo, realizado en el siglo XIII
Probablemente se trató, en origen, un templo de nave única de prominente ábside, con curiosa torre a sus pies de forma prismática.
En su muro lateral se abre una portada de ladrillo de arco levemente apuntado y cobijado por alfiz
El lugar es apenas conocido (yo, realmente, lo descubrí no hace muchos años, tras un «chivatazo» de mi amiga Laly, que tanto y tanto sabe de Madrid).
Curiosamente se encuentra a diez pasos de la calle Atocha, casi enfrente de a iglesia de San Sebastián y el barrio de las Letras.
El antiguo Oratorio del Cristo del Olivar de la Congregación de los Indignos Esclavos del Santísimo Sacramento fue construido en 1647 por Manuel Aguiar, aunque a nosotros nos ha llegado una reconstrucción del XX
Su fachada neogótica apenas merece atención, y su interior es un tanto frío, pero guarda dos maravillosas obras de imaginería.
Conocida como Cristo del Perdón, datada en 1647, representa perfectamente el estilo del imaginero.
Su cuerpo delgado, con un canon esbelto (aunque no por ello manierista) tiene un sobrio paño de pureza pegado al cuerpo pero roto en mil planos distintos, casi como un verdadero orfebre.
Frente al cuerpo apenas sin sangre ni signos de violencia o pasión, el rostro cambia por completo la imagen.
En un escorzo espectacular (mucho mejor que el del celebrado Cachorro), su cuello se gira para que la cabeza mire hacia su Padre y por su boca abierta pronuncie sus últimas palabras.
Lamentablemente la altura a la que está colgado solo permite observarlo con cámara, pero aún así resulta verdaderamente estremecedor
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Destruido en un incendio en 1936, se reconstruyó siguiendo el modelo que había realizado Ventura Rodríguez (quue a su vez había readaptado el antiguo retablo del XVII, reutilizando las esculturas de Pereira, ya por completo desaparecidas)
De formas clásicas pero sabiamente combinadas para conseguir variedad sin perder magnificencia (tres cuerpos separados por dobles columnas, el central más rehundido, con amplio banco y entablamento que establece una estructura binaria en altura entre elementos verticales y horizontales ).
En su calle central se encuentra una réplica (original destruido) de Juan Pascual de Mena, con San Isidro en la Gloria.
Bajo él se encuentra el arca con los restos del santo (en un arca) y de su mujer (Santa María de Cabeza) en una urna.
La llamada Arca de San Isidro, construida a finales del siglo XIII, o comienzos del XIV, contiene uno de los grupos de gótico lineal más importantes de Castilla .
El Arca en su actual localización, en la girola de la Almudena
Su decoración desarrolla las escenas detalladas en el Códice de Juan Diácono, escrito realizado en el siglo XIII. Esta primera hagiografía del santo se encontró en la propia Arca, que según sabemos en la actualidad era la segunda que se realizaba al santo (la primera había sido de tiempos de Alfonso VIII, tras su conquista de Madrid)
Milagro del trigo que nunca acaba por vaciar su bolsa.
Estilísticamente la obra parte de las ideas del gótico lineal que, aun con rasgos románicos en su falta de perspectiva o dibujo, intenta una mayor relación por los personajes, con un gusto por lo narrativo y anecdótico que cargan de humanidad las figuras hieráticas del románico (aquí las explicamos con mayor profusión)
Realizadas (las esculturas) por otros autores, poca gente conoce que el diseño original de las mismas (y del propio proyecto general del llamado Salón del Prado) fue ejecutado por Ventura Rodríguez como Fontanero mayor de Madrid.
La elección de los temas corresponde a un claro ideario neoclasicista-ilustrado que busca en la mitología clásica referentes culturales que hablen de la prosperidad del reinado de Carlos III: Cibeles, diosa protectora de la tierra fértil (como quiso hacerse en las colonizaciones agrarias) y Neptuno de las aguas (o los planes de regadío del monarca), colocando en el centro de ambas a Apolo-Hermes, símbolo del sol, las estaciones, y la luz vinculada a la razón