En la parroquia de San Francisco de Córdoba se encuentra esta magnífica talla, realizada en torno al año 1680 y 1684.
Siempre se ha visto las grandísimas semejanzas con el Ecce Homo de la autora de la Catedral de Cádiz (que en origen también fue un busto pues las piernas se las añadieron en el XVIII
Por ello se piensa que fueran coetáneos aunque sin saber cual primero.
El de Córdoba mantiene su policromía en un estado excepcional tanto en paños como en carnaciones. La realiza su cuñado, Tomás de los Arcos Navarro.
Su boca abierta, expresividad y corona tallada en la propia pieza siempre se ha relacionado con el Gran Poder de Mesa
Pasa por ser una de las más bellas sillerías de España.
La realizó Pedro Duque Cornejo, ganador del concurso convocado por la catedral a los 70 años. Durante nueve años se instaló en la propia catedral y talló toda la pieza para morir dos días antes de su inauguración, siendo enterrado a los pies de su obra.
Realizada en madera de ébano traída de la Antilla cubana.
La sillería tiene dos filas de sillares. En la baja los relieves de los respaldos (realizados por el taller) relatan (de una forma bastante anodina y repetitiva) los distintos mártires de la diócesis.
Por el contrario, los respaldos altos fueron obra directa del escultor y en ellos se relatan el Antiguo y el Nuevo Testamento.
También de su mano fue, a modo de retablo, la presidencia de la sillería, con la Ascensión de Jesús a los Cielos en una talla de tamaño natural y acompañada a su izquierda por Santa Teresa de Jesús y a su derecha por María Magdalena, y por encima a San Rafael, nuestro Arcángel protector o Ángel Custodio.
En toda la obra figurativa Duque Cornejo se muestra mucho más contenido y clasicista de lo que era anteriormente (muy cercano al mundo rococó, como puede verse en la Cartuja de Miraflores), con composiciones claras y despejadas, gestos armoniosos y cánones esbeltos.
El mayor barroquismo aparece en el fuerte aparato decorativo (ya vegetal, ya figurativo) que llena el resto de la pieza, con momentos burlescos y formas sinuosas y blandas más cercanas a la rocalla.
Ahora se encuentra doblemente «oculto» bajo un mar de pan de oro del retablo, las vestiduras de terciopelo y el pelo natural.
Y pese a todo sigue resultando una imagen asombrosa de la que tanto debe Pasión de Martínez Montañés (su discípulo).
De la talla completa (con los vestidos también tallados) nos restan sus prodigiosas manos y su rostro, que abandonó cualquier resabio manierista para conseguir una mirada de una ternura y desolación sin parangón, con sus ojos claros y la barba suavemente tallada
Un lugar inolvidable que une paisaje, arquitectura, escultura y tradiciones en la zona norte de Los Pedroches.
Situado en la vega del río Guadamora, junto a las montañas ya erosionadas de la sierra, el paisaje, especialmente en primavera, muestra toda la belleza del bosque mediterráneo lleno de jaras y miles de flores entre grandes dehesas de encinas que dominan el paisaje (para saber más de él, ya lo comentamos aquí)
Junto al río se encuentra la ermita, bella construcción gótica del XVI cuyo interior de arcos apuntados se une con reformas posteriores, como la entrada renacentista (muy semejante al santuario de la Virgen de la Luna) y el barroco camarín de la Virgen.
Perteneciente a los municipios de Villanueva de Córdoba y Pozoblanco, es la residencia de su patrona, la Virgen de la Luna.
La talla es actual, tras ser quemada durante la guerra civil (posiblemente la original fuera del siglo XIV o XV, aunque retocada en el barroco).
La ermita se realiza en el siglo XV en estilo renacentista, continuándose la construcción de las siguientes dependencias hasta el barroco.
De un blanco reluciente, destaca su pórtico columnado y su espacioso interior que culmina en una zona cupulada.
Sin embargo, la mayor belleza de la ermita es su perfecta integración en un paraje asombroso de la Dehesa de la Jara, con encinas centenarias que envuelven todo el lugar de una enorme paz que se acrecienta en primavera, cuando (cada 15 de mayo) se produce la romería entre los campos verdes, llenos de flores.
A mitad de camino de las floridas cruces de otros lugares y las alfombras del Corpus con romero y mil colores, estas cruces resultan especialmente bellas, tanto por su diseño floral como por todos sus aditamentos que se integran perfectamente en el urbanismo blanco y gris de la villa
No sé muy bien aún cómo calificarlas, pero evidentemente no dejan a nadie indiferente.
Entre la fascinación de la luz reflejada de las interiores al carácter ingenuo, un tanto naïf de las exteriores; de la vibración lumínica llena de sutileza al juego ¿kisch?; de las labores artesanales a los iconos populares; de la multiplicidad de los brillos y sugestiones a lo…
No se me ocurren adjetivos precisos, aunque realmente las interiores se encuentran tan cerca del arte posmoderno (y perfectamente se podrían exponer en Arco) como tan «falleras» las exteriores.
Según tradición recogida en un testimonio de 1722, el grupo escultórico llegó a Córdoba el 18 de marzo de 1628. El hermano mayor Francisco García de Paredes rinde cuentas al visitador general en noviembre de 1628 de los gastos ocasionados por la imagen, 4.003 reales, de los que Juan de Mesa había cobrado 500 por adelantado: “… una Ymagen de nuestra señora de las Angustias y un xto. grande en los brazos, que se hizo de bulto en la ciudad de Sevilla, en hechura y encarnado”.
Esta composición sería la última del gran maestro de la Semana Santa andaluza. Una imagen llena de pasión y fuerza, como era habitual en Juan de Mesa.
A mi me resulta especialmente atractiva la figura del Cristo que se retuerce sobre el amplio seno de su madre, tan lejana de las maneras miguelangelescas.
Como ocurre en los Estudiantes o Montserrat (Sevilla) el estudio anatómico es extraordinario en ese vientre hundido o los brazos y piernas contraídos por el rigor mortis (es tradición que el maestro visitaba los hospitales de Sevilla para tomar apuntes del natural de muertos y agonizantes).
Fascinante también es el rostro de Cristo con los ojos en blanco, con la expresión de abandono que caracteriza al imaginero.