A mitad de camino de las floridas cruces de otros lugares y las alfombras del Corpus con romero y mil colores, estas cruces resultan especialmente bellas, tanto por su diseño floral como por todos sus aditamentos que se integran perfectamente en el urbanismo blanco y gris de la villa
No sé muy bien aún cómo calificarlas, pero evidentemente no dejan a nadie indiferente.
Entre la fascinación de la luz reflejada de las interiores al carácter ingenuo, un tanto naïf de las exteriores; de la vibración lumínica llena de sutileza al juego ¿kisch?; de las labores artesanales a los iconos populares; de la multiplicidad de los brillos y sugestiones a lo…
No se me ocurren adjetivos precisos, aunque realmente las interiores se encuentran tan cerca del arte posmoderno (y perfectamente se podrían exponer en Arco) como tan «falleras» las exteriores.
Muy diferentes a las que ya vimos aquí de Úbeda y Baeza, estas cruces son otra de las tantas formas de relación que el sur de España reinventa una y otra vez, uniendo música, participación popular, motivos religiosos, color y, siempre, buen gusto para derrochar.
Se establecen en locales cuya cruz exterior es adornada. Su interior, habitualmente rectangular, es decorado con mimo, desde el techo de cortadillo hecho a mano, telas que tapizan las paredes, flores y cuadros de flores sobre ellas, y la cruz central en la pared del fondo.
Pero esto no es más que un simple decorado en donde desarrollar la fiesta que se desarrolla la Cruz Grande (primer fin de semana) y Cruz Chica (segundo fin de semana) desde las doce de la noche y hasta que el cuerpo aguante, mucho más allá del amanecer.
En la sala se disponen las sillas. Una fila para los niños, otra para las mujeres casadas y otra para las solteras que visten sus trajes de flamenca.
A las distintas cruces acuden grupos de jóvenes perfectamente trajeados para beber, tocar fandangos (Alosno es su cuna) y sacar a bailar a las mozas casaderas. Toda una forma de explicar un año tras otro la primavera exuberante de Andalucía que hace renacer la vida y los deseos bajo el manto religioso (que siempre aquí parece una pura excusa, aunque no lo es tanto, pues como ocurre con la Semana Santa, es la religión la que se entiende de otra manera en el Sur que en el Norte)