Quizás sea éste uno de los retablos por excelencia del tardobarroco español.
Lo realizó José de Churriguera en 1693 , y sirvió como modelo canónico para todo el siglo XVIII.
Frente a los modelos anteriores (renacentistas o del primer barroco, véase el de las Ánimas), Churriguera elimina por completo el concepto de compartimentación en calles y pisos para buscar una completa unificación espacial, aunque las calles siguen existiendo si observamos el retablo de abajo a arriba y vemos su constante movimiento de delante-atrás que genera espacio y movimiento en un tema tradicionalmente plano como es el retablo
El elemento central de esta unificación serán las columnas salomónicas (muy tardías en lo español) que acentúan la idea de movimiento a la vez que une todos los elementos. En ellas encontramos una clara referencia a la eucaristía (con los ramos y frutos de las vides) que se emparentan directamente con el baldaquino que realizara ya un siglo antes Bernini para el Vaticano
Detalle de las columnas salomónicas del Baldaquino del Vaticano. Bernini
En el centro de todo el retablo, remarcado por estas estructuras, nos encontramos con la gran custodia que retoma el modelo escurialense de Juan de Herrera.
Junto a estos dos elementos encontraremos otros típicos del autor y momento, como los estípites (de lejana creación por parte de Miguel Ángel)
Las ménsulas pareadas (como ya hiciera en el XVII el padre Bautista en la Iglesia de San Isidro desde modelos miguelangelescos), aunque mucho más movidas y con una decoración carnosa típica de este segundo barroco
Ménsulas pareadas del siglo XVII. San Andrés. Pedro de la Torre
El pan de oro o las esculturas realizadas por el propio autor
Los cortinajes
Rematando todo el conjunto encontramos una obra de Claudio Coello sobre el martirio del Santo
LOS CHURRIGUERA. ÍNDICES
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