Los centauros se tenían por hijos de Ixión y de una nube a la que Zeus (Júpiter) había dado la forma de Hera (Juno), por ver si éste se atrevía, como era su intención, a violarla. Sin el menor respeto, consumó el acto con la citada nube, simulacro de la gran señora del Olimpo y, como fruto de tan sacrílega unión, al menos en intención, nacieron unas criaturas monstruosas, mitad hombre y mitad caballo.
Habitantes de los montes y de los bosques, eran incapaces de comportarse como seres civilizados, sobre todo en situaciones extremas y, en especial, cuando actuaban en estado de embriaguez. Por esta razón, en el mundo griego, se los identificó con todos aquellos humanos cuya razón no se impone sobre los desórdenes del cuerpo y de las pasiones. Se les diferenciaba, así, de los verdaderos hombres (antropoi), cuyos actos están regidos por el poder de la mente. Con los centauros no se podía llegar a acuerdos pacíficos por medio de la palabra, ni establecer normas para mantener una contienda ordenada. En consecuencia, para vencerlos se permitía utilizar toda clase de armas ofensivas, no sólo espadas y puñales, sino también palos, ramas de árboles, piedras, rocas, etc.
Mitología e iconografía en la pintura del Museo del Prado (Pilar González Serrano)
Jacob Jordaens – Batalla de los lapitas y los centauros
En el siglo V a. C. y posteriores pasaron a ser seres con cuatro patas de caballo y dos brazos humanos. A partir de esta época, después de las guerras médicas, los centauros se identificaron con los persas y, por esta razón, las centauromaquias se convirtieron en un motivo ornamental muy frecuente en frontones de templos, relieves, pinturas y vasos cerámicos. Los centauros intervinieron en varios mitos, pero el más famoso de todos ellos y el más representado en el arte fue el de su lucha con los lapitas, pueblo de Tesalia, con motivo de la boda de Pirítoo y Deidamia (o Hipodamia), a la que también asistió Teseo, el gran héroe nacional de Atenas.
Pirítoo invitó a los centauros, por ser parientes suyos, a la ceremonia y convite de su boda. Éstos se embriagaron pronto e intentaron violar a las jóvenes lapitas. Uno de ellos, Éurito (o Euritión) trató, incluso, de raptar a la novia. Pirítoo, ayudado por Teseo, el gran libertador ateniense, al frente de sus compañeros y tras superar una encarnizada batalla, consiguió vencer a los centauros y expulsarlos de Tesalia (Ovidio, Met., XII, 210 y ss.).
Teseo y el centauro. Canova
La escena se desarrolla en el interior de la sala donde se estaba celebrando el banquete nupcial, como puede apreciarse por los elementos arquitectónicos que se perciben al fondo del lado izquierdo. Parte del mobiliario aparece desplazado por la violenta conducta de los agresores; varias piezas de la vajilla y algunas frutas se ven, también, dispersas por el suelo, acentuando el efecto del desorden reinante en el ardor del brutal ataque de los centauros En el centro se ve a Éurito, de aspecto brutal y orejas apuntadas, arrebatando a Hipodamia de los brazos de Teseo que intenta impedir su rapto. Pirítoo, detrás, empuñando una lanza, se apresta también a rescatar a su esposa. Entre el héroe ateniense y las potentes ancas equinas del centauro se encuentra una vieja esclava, abatida en el suelo que, asida al rojo manto de su señora, parece querer librarla de la agresión de la que está siendo víctima. A la derecha, en un segundo plano, otro centauro sostiene a una joven lapita entre sus brazos mientras ella trata de zafarse desesperadamente de la opresión de su raptor. En el lado izquierdo, dos mujeres y un anciano tratan de refugiarse en el interior de la casa.
Centauromaquia. Olimpia
Mitología e iconografía en la pintura del Museo del Prado (Pilar González Serrano)