Al interior se encuentran en la rosca del gran arco que dividía el coro y el presbiterio, en que aparecen motivos que ya vimos en el artículo anterior
En los grandes capiteles de este arco encontramos dos de las piezas de mayor mérito, tampoco interpretadas de forma unánime. Rodeadas por un clípeo y sustentadas por ángeles, una representa al sol (desde el Apolo clásico) y la otra la luna. Sin embargo, ¿qué significan? Podrían ser, simplemente signos paganos (el paso del tiempo) pasados al cristianismo. Según otros serían Cristo (sol) e iglesia iluminada por él (luna). Otra hipótesis estaría basada en ciertos cultos maniqueos que representan a un mundo binario pero único, ¿no os habéis fijado que el sol tiene melena femenina y la luna barba masculina, como si se quisiera hacer una unión de contrarios?
Sol
Luna
El sol, de nuevo
En el suelo, tal vez de un antiguo arco ya destruido, todavía encontramos otros dos relieves misteriosos. De nuevo dos figuras flanqueadas por ángeles, sosteniendo una cruz, una de ellas, otra con la mano sobre el pecho. ¿Jesús y María? ¿Los donantes de la iglesia como luego se repetirá miles de veces?
En el juego de la composición y perspectiva vemos sus limitaciones a la hora de pasar de lo gótico a lo renacentista, con posturas forzadas y un uso problemático del espacio.
Por el contrario, los tres relieves de la predela sus verdaderamente sublimes, de un clasicismo casi italiano.
Felipe de Bigarny, Biguerny o Vigarny, también llamado Felipe de Borgoña o el Borgoñón (Langres, Francia, h. 1475 – Toledo, 1543)
En sus comienzos su obra juega entre las formas borgoñonas, las flamencas y las renacentistas italianas, decantándose hacia estas últimas en su obra más madura.
Fernando Gállego realiza una de las obras más fascinantes de nuestro primer Renacimiento: una representación del cielo de Salamanca en donde se redibujan sobre las agrupaciones de estrellas los distintos signos del zodiaco.
En su origen se trataba de una parte de la decoración de la bóveda de la Biblioteca de la Universidad, aunque en la actualidad se encuentra en una de las salas de las Escuelas Menores.
Iconográficamente la obra se inspira en grabados (Poeticom Austronomicom de C.J. Higinio; Venecia, 1.473) y nos muestra la curiosa mezcla de astrología y astronomía típica del Renacimiento y que sólo se diferenciará a partir del XVII.
Es también la muestra del progresivo laicismo del final del gótico que comienza a ser permeable (aunque ya existieran casos muy anteriores, como los famosos zodiacos románicos y góticos) a la cultura clásica.
Estilísticamente la obra es una rara avis en la obra de este pintor, enmarcado tradicionalmente en el renacimiento nórdico (según Checa Cremades) y flamenco (al modo de Weyden, especialmente), con una fuerte intensidad emocional de la imagen.
TEMA:se trata de una escultura religiosa, es una iconografía sobre el sacrificio que tuvo que hacer Abraham por Dios; sacrificar a su único hijo(el prometido que poblaría la tierra de Canaán, Isaac) este sacrificio era una prueba de su fe, Abraham sin dudarlo se dirige al monte para cumplir la orden, ató a su hijo y trató de degollarlo, sin embargo Dios le detuvo, confirmando su fe.
TIPOLOGÍA: escultura exenta de bulto redondo con técnica del estofado y encarnado. Grupo escultórico (Abraham y su hijo Isaac). Originalmente estaba situado junto a otras figuras (S. Sebastián y S. Cristóbal) en el retablo de San Benito el Real de Valladolid por encargo.
MATERIAL: madera policromada y dorada cuyo procedimiento es la talla con estofado en óleo.
COMPOSICIÓN: la obra es abierta, su punto de vista es múltiple, el espectador puede verlo desde diversos ángulos. Se observa la forma serpentinata manierista (de Miguel Ángel) que consigue dar expresión dinámica al padre y movimiento. En cuanto a la anatomía, se desarrolla el desnudo y se trabajan los músculos debido a que es el momento de mayor tensión, hay desproporción como la cabeza de Isaac en comparación con el cuerpo, por medio de las deformaciones,la obra consigue drama y tensión. Debido a que el autor trabaja deprisa, hay defectos en la obra.
MODELADO: debido al dorado se consigue dar brillo a las figuras,además también se consiguen claroscuros con las posiciones, la barba, los ojos expresivos y las bocas abiertas.
COLOR: policromado, destaca el dorado en el estofado
FIGURAS: realistas, canon alargado (10 veces la cabeza) las posiciones son dinámicas puesto que el es el momento de mayor tensión. Las figuras son expresivas, denotan rabia, terror y sufrimiento, con miradas duras. Hay relación entre ambas figuras, Abraham sujeta a su hijo Isaac maniatado intentando degollarlo
COMENTARIO: la obra pertenece al renacimiento español (XV-XVI) realizada entre 1526 y 1532. Con un fuerte sentimiento religioso, dándole mucha importancia a la expresividad, con un estilo muy dinámico y dramático. Es muy común la preferencia del alabastro y la técnica del estofado con rostros expresivos y tendencia al realismo.
Esta obra se enmarca en una España gobernada por los Reyes Católicos cuyo Imperio lo hereda Carlos I y mantiene Felipe II, se expulsan a los judíos, se crea la Inquisición y se inicia la Reforma protestante en tiempos de Carlos I. Fue clave la defensa de la ortodoxia católica, se dirige la expresión artística hacia una temática conservadora (se suprime la libertad creadora).
A diferencia de Italia, en España hay ausencia de la burguesía, puesto que no se le da importancia a las ciudades, por lo que las obrasde arte las demandaban y financiaban la nobleza y la Iglesia, optando por una función y temática propagandística y religiosa. Berruguete tuvo contacto con Donatello, Miguel Ángel y Leonardo, por lo que pudo conocer el Manierismo, viendo el Laocoonte e inspirándose en los volúmenes y la terribilitá de Miguel Ángel. El renacimiento en España supuso una evolución lenta desde el gótico al renacimiento, manteniendo/heredando características propias del gótico, como las formas alargadas y estilizadas
Tras su peripecias en Cañas y Yuso, y obligado por la animadversión del rey de Navarra, Santo Domingo huye a castilla en donde otro rey, Fernando I, le encarga la refundación del monasterio de San Sebastián de Silos (1041), arruinado tras las las razzias de Almanzor, según las normas benedictinas de Cluny
Cenotafio. Siglo XIV
Allí inició las obras de de la nueva iglesia románica y el claustro, a la vez que creó talleres de copistas (el famoso Beato de Silos), esmaltes y orfebrería.
Redención cautivos. Siglo XIII
Entre sus numerosas obras de caridad recogerá limosnas con la que rescatará cautivos del Islam (en honor suyo, muchos de ellos regresaron al monasterio dejando sus cadenas como exvoto).
La fama de sus acciones y los milagros una vez muerto hizo que múltiples peregrinos se desviaran del camino de Santiago para visitar sus restos, primero establecidos en el claustro, más tarde en la iglesia en un gran altar de esmaltes.
Realizado en 1537 para la iglesia de San Marcos de Valladolid (en donde todavía se encuentra) bajo el mecenazgo de Diego de la Haya y su esposa, Doña Catalina Barquete.
Su estructura resulta bastante novedosa, rompiendo la estructura tradicional de cales con un segundo piso corrido en donde se sitúa un friso corrido con la Sagrada familia y la Epifanía.
Bajo ellos, y en posición orante, se encuentran los promotores.
En los pisos superiores están ocupados por una Inmaculada (aunque con Niño), Natividad y Anunciación y el tradicional Calvario rematando todo el conjunto.
Estructuralmente corresponde a formas platerescas, con grandes columnas abalaustradas y gran cantidad de decoración menuda.
Como corresponde al estilo maduro del maestro, las figuras se colocan en posturas forzadas, creando grupos de extraordinario dinamismo que emocionalizan la imagen, tradicionalmente serena, de la adoración de los Reyes Magos
Este Cristo yacente del monasterio de Santa Isabel de Valladolid se suele atribuir a Isidro Villoldo, colaborador de Berruguete en numerosas obras.
Del maestro toma la enorme desproporción de las extremidades, el tratamiento facial o las formas serpentinatas que desarticulan el cuerpo.
Sin embargo, el tratamiento de las carnaciones, con una figura dominada por la sangre y las magulladuras nos hablan más de un carácter protobarroco (ausente en otras obras suyas) que busca el impacto emocional por medio del color y el dolor más que por las propias formas tensas de la anatomía.
Obra de madurez del maestro realizado en 1624 para un pequeño retablo de la capilla funeraria de Antonio de Camporredondo y Río, caballero de Santiago (iglesia del Carmen Descalzo de Valladolid).
El panel de grandes dimensiones estaba pensado para una contemplación casi frontal, ya que se encontraba a una altura muy parecida al del espectador.
El tema, como otros tantos que hemos visto en la Contrarreforma, no sólo se refiera al propio Bautismo de Cristo, sino que es toda una representación del valor de este sacramento, inaugurado doctrinalmente por San Juan Bautista en el Jordán.
Posiblemente por ello se prescinde de la representación tradicional del Renacimiento (con Cristo en pie, introducido en el río), colocándole de rodillas y en actitud de sometimiento y dándole una importancia mayor al gesto del Bautista, con una concha que se eleva sobre su cabeza. (Una composición semejante es utilizada por Martínez Montañés)
Sin embargo, frente a la del sevillano, Gregorio Fernández busca una mayor sencillez (eliminando personajes, como los ángeles de la izquierda) y una relación más intensa entre ambos personajes, que coloca de perfil, eliminando así al contemplador (Martínez Montañés lo involucra creando un movimiento en zig zag desde lo lejano (ángeles) a lo más cercano (Cristo) que vuelve hacia el espectador, que realmente sería la continuación virtual de este movimiento).
En este sentido responde a una estética más cercana al último manierismo, como se puede observar en esta obra de Mochi
La obra resulta también mucho más radical (y por ende, manierista) en cuanto al tratamiento de su relieve, creando figuras casi de bulto redondo en los personajes principales que salen del propio marco y eliminando los planos intermedios, volviéndonos a fijar la relación de Cristo y San Juan como objeto de la contemplación (obsérvese la diferencia con Martínez Montañés en la que vemos evolucionar lentamente los planos hacia el exterior siguiendo el movimiento que antes analizábamos, llegando a un medio relieve en los personajes fundamentales que nunca llega a romper la unidad del conjunto).
Las características formales insisten en su estilo característicos: cánones alargados, de escasa masa muscular, paños duros, con pliegues cortantes, desarrollo de las cabelleras y fuerte tensión creada a través de tendones y articulaciones.
Es una magnífica talla en madera de tamaño natural que representa a Cristo tras su primer martirio, azotado sin piedad y con la corona de espinas y en manto puesto como forma de sarcasmo al rey de los judíos.
Frente a lo aristocrático del Siloé de alabastro, esta corriente se funde con una mentalidad mucho más popular que recorrió el fin de la Edad Media, aquella que se basa en una expresión terrible de lo corporal, siempre cercano a los extremos que aviven la piedad a través de la morbosidad y el mundo de las emociones más espectaculares que es necesario vincular con la extensión de la Devotio moderna y búsqueda de la meditación sobre la Pasión de Cristo que ya vimos aquí
Una expresión de un mundo en crisis tras las pestes, hambrunas y guerras que se instalan a partir de la crisis del siglo XIV, conectando con el espectador a través del dolor (ya casi imposible de narrar en su exageración)