
Pocas veces tenemos la suerte de contemplar unos frescos románicos tan completos (originales en el Museo Prado, copia in situ).

Comencemos a conocer primero sus elementos

Tetramorfos en banda lateral acompañados de serafines (o querubines) que seis alas con ojos heterotópicos

Y la escena de la Anunciación

Pared frontal: Agnus Dei con los sacrificios de Caín y Abel


En la parte inferior: Magdalena lavando los pies a Cristo y Epifanía. Representaciones que inciden en la afirmación de la Divinidad por parte de los gentiles (Reyes Magos) o los simples mortales (Magdalena)


En la banda inferior el Colegio Apostólico que da fe de lo divino y se convierte en mediador entre Dios y los hombres

Pared de entrada: creación de Adán y Pecado Original

Ahora ya podemos leer la “narración completa”. Para ello empezaremos por la entrada.
El hombre, tras su creación, cae en la tentación y pierde su contacto directo con la divinidad, siendo expulsado del Paraíso.

Para regresar al seno de Dios debe volver a reconocer lo divino (Epifanía, Magdalena) y seguir el ejemplo de los apóstoles (Colegio Apostólicos)
Tras esta aceptación llega la postración, el ofrecimiento de presentes (Caín y Abel), con el corazón limpio (Abel).Esto nos llevará hacia el Juicio y la participación de la divinidad (Pantocrator).

Por favor, antes de seguir leyendo os pido que busquéis un juego de la oca; seguro que en casa hay alguno.
Cogedlo o buscarlo en Internet y fijaros un poco en él. ¿Qué veis? Seguro que un juego que os recordará vuestra más tierna infancia. Algo demasiado sencillo para seguir jugando cuando se tienen más años. Demasiado azaroso, ¿verdad? No se puede planificar ninguna estrategia y todo depende de la suerte de los dados.

Pero fijaros un poco más. Todas las casillas están dibujadas con distintos motivos, pero seguro que, sea el modelo que sea, habrá de cuando en cuando una oca pues, ya sabéis, de oca a oca y tiro porque me toca, ya que a veces caer en un cierto lugar (por puro azar) nos ayuda a comprender ciertas cosas que nos hacen avanzar en la vida.
También podréis encontrar en vuestro juego puentes que os llevan de uno a otro o dados, que hacen lo mismo. Ocurre que, a menudo, la vida no avanza en línea recta y unas veces avanzamos mucho de golpe y, otras (por miedos, por azares, por pura nostalgia), parece como si retrocediésemos.
¿Encontráis la posada? Si caíais allí perdiáis un turno, pues el descanso excesivo, la pereza o la falta de ganas nos hacen perder el ritmo de los demás. Tened cuidado.
Preocuparos también si caéis en la cárcel (se pierden tres turnos, casi una vida entera para aquel que intenta avanzar utilizando medios ilícitos), o en el laberinto, que no es otra cosa que vuestro propio interior, nuestros miedos, complejos y comeduras de coco que nos hacen volver sobre nuestros pasos y retroceder hasta la casilla 30. Y si os toca la muerte, ya sabéis, no os eliminan, sino que os obligan a empezar desde el principio, como si la vida fuera un círculo eterno (¿os suena de algo eso del eterno retorno?)
Tras todas estas peripecias quizás lleguéis hasta la oca final, aunque recordad que hay que realizar la tirada justa, pues si os sobran puntos os tenéis que contar hacia atrás, ya que todo en la vida tiene que pasar en su momento justo y tan malo es pasarse como pecar por defecto y no llegar.
A estas alturas, los que aún sigan leyendo estarán pensando: Se le ha ido la olla… más de lo normal.
Puede que sí… o tal vez no, pues es una interpretación muchas veces repetida que el juego de la Oca fuera, simplemente, un juego simbólico que obligaría al jugador a ver la vida de un solo golpe, conociendo así todos los peligros (pero también las oportunidades). Un juego de la Vida que enseñaría a reflexiones como las que os acabo de hacer o, pensando sobre ellas, a conclusiones mucho más profundas.

Esto puede ser cierto o no, aunque por lo menos, como dicen los italianos, está bien contado, suena bien la teoría. Pero, ¿qué tiene que ver con el Camino de Santiago?
Pues fijaros en estas dos.


Como veis la primera recuerda a un caracol o a la propia estructura general (en forma espiral) del juego de la oca. La segunda parece clara: es la marca que dejan las patas de una oca, uno de los animales sagrados desde la Antigüedad.
Los dos símbolos son sumamente habituales en el Camino de Santiago, especialmente en las iglesias templarias de las que ya se hablará en otro artículo. Por el momento nos bastaría con saber que esta orden fue creada para guardar los Santos Lugares (especialmente Jerusalén), aunque resulta un tanto sospechoso que precisamente fuera en el Camino de Santiago en donde tuvieran grandes posesiones.

Castillo templario de Ponferrada. Camino de Santiago
Según algunas teorías estos templarios eran mucho más que simples monjes guerreros, y su permanencia durante años en Jerusalén les había ayudado a conocer gran cantidad de tradiciones y conocimientos que vendrían desde la más lejana antigüedad (el mundo egipcio, el mesopotámico, incluso el propio pensamiento islámico, aunque estos fueran sus enemigos)
Todo este conocimiento era su gran tesoro. Pues el conocer es, en el fondo, la gran fuente de poder, y ya sabéis cuánto daño puede hacer quien tiene el poder. Por tanto, tradicionalmente, el conocimiento se ha ocultado bajo símbolos y metáforas, para que sólo fuera descubierto por aquellos que se esfuerzan y lo merecen. El que quiera saber que investigue, piense, busque tanto en el mundo como en su propio interior.
Por eso esconder toda esta enseñanza de la vida en algo tan simple como un puro juego infantil. Una idea verdaderamente brillante de tan evidente. ¿Quién se va a fijar en un simple entretenimiento? Sólo loss iniciados que buscaban algo más en la peregrinación que la simple indulgencia plenaria (el perdón total de los pecados).
Porque, y esto os lo dirá cualquiera que haya hecho el Camino de Santiago o, al menos una parte de él, el Camino es algo más que andar, ver iglesias y tener unas terribles ampollas en los pies. Es sobre todo un camino interior. El esfuerzo, el andar (tanto en soledad para poder pensar como en compañía de gente distinta a la habitual) te ayuda a comprender cosas de ti mismo. Por eso sigue siendo tan sumamente popular aún hoy, en donde la religión cada vez tiene menos espacio. No hace falta fe para hacerlo, pues en el fondo el Camino de Santiago es una experiencia, un reto, y ya sabéis que, cuando se sube una montaña, el esfuerzo sirve para (desde la cumbre) podamos ver cosas que no nos podíamos imaginar desde el pie de la montaña.
Este es el verdadero sentido que tiene el Camino, o al menos así lo piensan, entre otros tantos, Bernardo Atxaga en Obabakoak (un libro que os recomiendo no sólo por esto sino por su calidad), Sánchez Dragó en su mejor obra, que no es precisamente una novela (Gárgoris y Habidis) y sobre todo Matilde Asensi en una novela histórica fantástica y sumamente fácil de leer, Iacobus También podéis saber más cosas sobre el juego de la oca en
Y antes de terminar, una pequeña observación.
¿No os habéis fijado que en este artículo he preguntado una y otra vez? ¿Sabéis por qué?
¿Os acordáis de Sócrates y su método? Cuando quería que sus alumnos aprendieran más que enseñarles les preguntaba, una y otra vez, pues muchas más veces de lo que creemos los conocimientos los llevamos dentro y sólo necesitamos que alguien nos plantee las preguntas correctas para que podamos sacarlos al exterior y, entonces, darnos cuenta verdaderamente de las cosas. Pensad en ello, por favor.

Una pequeña muestra de la magnífica colección de Vírgenes Theotokos del Museo Marés. Barcelona
Iniciado el modelo en torno al siglo X, la Virgen Theotokos, Kiriotissa o Sedente se desarrolla especialmente a partir de Cluny, pasando después de los monasterios a las parroquias. (Gregorio IX manda cantar la Salve Regina en todos los templos de Roma los viernes después de Vísperas. También en 1135 Pedro el Venerable lo había impuesto a los monjes de Cluny en procesiones claustrales, Francisco Javier Ocaña)

Museo Marés
Su origen iconográfico directo hay que buscarlo en los modelos bizantinos que ya analizamos aquí, aunque no debemos desdeñar la importancia que tuvo la Adoración de los Reyes Magos (presente desde el paleocristiano) en el que desaparecen los magos para fijar el modelo de madre e hijo, ella como un trono, Él como un pantócrator, aunque infantil, con su rollo (ley judía) o libro y sus dedos bendiciendo.



Simbólicamente la Virgen se entiende como Trono de Dios, pero también “Sede de la Sabiduría” según avance la cronología y el papel de la Virgen aumente, vinculándose ya con el mundo cisterciense. Es la evolución hacia una progresiva reivindicación de la mujer (nacida en torno al mundo trovadoresco) que tendrá su culminación en el mundo gótico y sus catedrales dedicadas a Nuestra Señora.

Museo Marés
La imagen de la Virgen es, estéticamente, la evolución de las matronas romanas (aquí lo vimos) y las posteriores emperatrices bizantinas que añaden el trono o escaño (que materializa algunas ideas, como soberanía, victoria o poder de intercesión, Domingo Buesa), corona (uniendo así poder político y religioso que se reafirma con los diseños de a corona, que remiten a los contemporáneos de los reyes, como podéis ver en la réplica de la que utilizara Wifredo el Velloso) o vestidos de amplias mangas habituales en el ceremonial cortesano bizantino (igual que se pedrería toscamente imitada)

Bajo ella aparece el velo (de raíces judías pero también romanas) que alude a la virginidad de María (pervive la indumentaria romana en muchas de estas representaciones de la Virgen. María, al modo de las matronas del Bajo Imperio, lleva túnica, manto y ese velo que -como hemos apuntado- tiene una significación sagrada, al ser impuesto a las doncellas que se consagraban a Dios. Domingo Buesa)

Museo Marés
En sus manos suele portar una esfera (paulatinamente convertida en fruta según nos acerquemos al gótico), que se vincularía con las antiguas imágenes de Cristo como Cosmografo, creador del universo, dándole este poder a la Virgen como madre de Dios. Frente a esta simbología también se plantea la manzana del Paraíso, como atribución redentora del pecado, segunda Eva, dentro de la más pura doctrina tradicional (Francisco Javier Ocaña)


Museo Marés
Según comenta Domingo Buesa, estas imágenes, eran utilizadas en algunas fiestas litúrgicas, en las que se escenificaban pasajes del Nuevo Testamento, relativos al nacimiento y adoración del Niño. Estas representaciones, auténticos dramas litúrgicos, estaban ejecutadas por clérigos y personas del entorno eclesial y en ellas se incorporaban algunas imágenes de la Virgen presentando al Niño. Esta cuestión nos ofrece un campo de grandes posibilidades para delimitar el papel jugado por estas tallas en madera

Museo Marés
En torno al 1200 esta iconografía irá desapareciendo por nuevos modelos, muchos más humanizados, que ya analizamos aquí


Cuenta una piadosa leyenda que José de Arimatea intentó tallar una imagen de Cristo pero, incapaz de reproducir su rostro, terminó dormido sobre el trabajo que un ángel terminó por él.
Como ocurre en la leyenda de Santiago, una embarcación sin piloto lo lleva hasta las costas del mar Tirreno, siendo después transportado por un carro tirado por bueyes hasta depositarse (por decisión propia) en Lucca.

La imagen pronto se hizo famosa por sus múltiples milagros, siendo arrasada por los “astilleros” medievales que arrancaban sus trozos como verdaderas reliquias.
Fue así como se destruyó esta Santo Volto (probablemente del siglo VIII o IX) que, sin embargo ya había sido copiado en grabados, monedas u otras esculturas, como el Santo Volto de San Sepolcro (¿siglo X?) que, a su vez, sirvió de inspiración para el que actualmente se venera en Lucca (en torno al siglo XII)

