Jacinto Jerónimo de Espinosa
Acontecio en este camino, que acercándse a la ciudad de Roma, entró à hazer oración en vn templo desierto y solo, que estaua algunas millas lexos de la ciudad. Estando en el mayor ardor de su fervorosa oración, allí fue como trocado u coraçon, y los ojos de su alma fueron con una resplandeciente luz tan esclarecidos, que claramente vio como Dios Padre, volviéndose a su unigenito Hijo que traía la cruz acuestas, con grandísimo y entrañable amor le encamendara à el, y a sus compañeros: y los entregara en su poderosa diestra, para que en ella tuviessen todo su patrocinio y amparo. Y auiendolos el benignísimo Iesus acogido, se volvió a Ignacio así como estaua con la cruz, y con un blando y amoroso semblante le dize:
Ego vobis Romae propitius ero.
Yo os seré en Roma propicio, y favorable.
Gregorio Fernández
Maravillosa fue la consolación, y el esfuerço con que quedò animado nuestro Padre desta diuina reuelacion. Acabada su oración dize a Fabro, y à Laynez: Hermanos mios que cos disponga Dios de nosotros, yo no lo se, si quiere que muramos en Cruz, ò descoyuntados en vna rueda, ò de otra manera, mas de vna cosa estoy cierto, que de qualquier manera que ello sea, tendremos à Iesu Christo propicio: y con esto les cuenta lo que auia visto, para mas ammarlos, y apercebirlos para los trabajos que auian depadecer.
Padre Ribaneneyda
Padre Pozzo. San Ignacio. Roma
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