Como ya vimos en biombo histórico, San Diego de Alcalá, gracias al patronazgo real de Felipe II, alcazará gran popularidad.
Su iconografía es la del milagro de los alimentos convertidos en pétalos de rosa, como ya explicamos.
Los rasgos son los habituales del escultor: los grandes planos tallados, con pliegues nerviosos y fuertes aristas que más que cubrir la anatomía crean una nueva piel agitada que se mueve en torno suyo, la cabeza muy pequeña que descompensa y alarga desmesuradamente el canon, el movimiento descoyuntado de los miembros, un contraposto casi de manual aprendido entre los grandes italianos…
La escultura, de pequeño tamaño, pertenece a una calle lateral de un retablo, posiblemente utilizada como relicario (fijaros en el agujero de su pecho; una técnica habitual en el renacimiento-barroco español, como el famoso Cristo de Becerra en las Descalzas reales
Vicente Camarasa
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