Dadóforo. Algardi

Una de las ocupaciones más importantes del escultor fue la restauración (y resignificación, como veremos en este artículo) de obras clásicas.

Esta ocupación la iniciará bajo el mecenazgo del Ludovico Ludovisi que le encargará la restauración de su colección clásica.

En realidad, la obra original (de la que sólo resta la cabeza y un trozo de pierna) sería un sátiro (inspirado en el Sátiro de Lamia helenístico del que se hará una copia libre en el periodo republicano romano) que Algardi vuelve a cambiar por completo para componer la imagen de un dadóforo, un portador de lanza, habitual en la religión mitraica (una reliquia arqueológica en el siglo XVII), que anuncia la salida del sol (Cautes, el que lleva la antorcha encendida y hacia arriba, frente a Cautópates, el ocaso, con la antorcha baja y apagada).

Como se puede ver (al igual que hizo el arte romano frente al griego), el renacimiento y barroco admiró el arte clásico, pero nunca fue prisionero de él, sino que lo reformó y resignificó con motivos políticos, éticos o estéticos (una actitud que, pasados los siglos, volverá a practicar la posmodernidad), integrando lo antiguo en formas nuevas.

Estéticamente, Algardi juega con las ideas contradictorias, y frente a la inmovilidad de la parte baja (sumamente inestable, casi manierista), propone el movimiento (y la rotundidad) del gesto superior, todo ello compensado por la magnífica cabeza (romana) de fuerte giro pero suave melancolía praxiteliana.

 

FOTOGALERÍA ENLAZADA DE ALGARDI