Pintada al fresco, gran parte a secco, en uno de los lados cortos de la sala del Mapamundi del Palazzo Pubblico de Siena (1315), constituye la primera obra segura de Simone Martini que sigue la tradición iniciada por Duccio en su Maestá de la catedral
La escena se enmarca en un marco pintado de mármoles (zona baja) y una gran cenefa con medallones en donde aparece Cristo, los evangelistas y los profetas.
En el centro encontramos la tradicional representación de la Virgen en su trono con el Niño (evolución de las vírgenes hodigitrias bizantinas) rodeadas de santos y ángeles.
Aunque el contenido parezca religioso tiene un fuerte contenido político, tanto por el lugar elegido (sala de consejo del ayuntamiento medieval) como por su inscripción (Las angelicales flores, las rosas y azucenas / que cubren los campos celestiales / no me deleitan más que un recto consejo. / Más a algunos veo que en su propio beneficio / me desprecian y engañan a mi patria / siendo tanto más celebrados cuanto más maledicentes).
En el fondo, esta inscripción es toda una advertencia a las disputas internas de la ciudad entre los Salimbeni y los Tolomei, teniendo incluso que pedir la mediación del rey de Nápoles.
Estéticamente, la pintura es todo un compendio del estilo de Simone que hace evolucionar los esquemas rígidos de Duccio tanto por la composición (la estructura en filas se vuelve más fluida, crea una especie de ábside en torno a la Virgen, dando profundidad a la escena que es reafirmada por el palio superior) como en el propio dibujo, mucho más exquisito en sus formas curvilíneas (influidas por la pintura francesa de miniaturas) y la suavidad del color (con abundante pan de oro que haría recordar a los grandes tapices.
Todo emana una suave poesía que se culmina con el palio de exquisito movimiento y suavidad, movido por una invisible brisa, que cobija una belleza delicada y serena, muy lejana del realismo giottesco.
Imagen tomada de wikipedia
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