Algunos de estos relieves se han puesto en relación con la decoración de un desaparecido monumento del Capitolio de Roma, erigido para albergar los restos del carroccio, una simbólica carroza militar arrebatada por Federico a la Liga Lombarda en la batalla de Cortenuova, y que el soberano regaló a la ciudad en 1237.
Precisamente por ello se adjudican al emperador Federico II, nieto de Federico Barbarroja, conocido como el stupor mundo (asombro del mundo).
Realmente al vernos no nos queda sino recordar el famoso libro de Panofsky y sus renacimientos medievales. Las formas ovaladas, el perfil estricto, los personajes barbados como emperadores o con corona de laurel son claros recuerdos de las monedas y los camafeos imperiales con los que Federico II quiere hacer una clara continuidad histórica (legitimadora así de su trono imperial)
Evidentemente el mundo gótico será aún visible en su talla abreviada en sus detalles, con escaso bulto y realismo.
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