ESCULTURA EN SANT’ AGNESE IN AGONIA. ROMA

Inocencio X fue, en tantas cosas cosas, un papa muy distinto a los anteriores, y realizó, incluso, una iglesia cuasi-privada aneja a su palacio en la Piazza Navonna.

En ella se conmemoraba el supuesto lugar (un lupanar dentro del estadio de Domiciano) en donde fue quemada Santa Inés.

En dicha iglesia decidió eliminar casi por completo la pintura (a excepción la cúpula) para darle una preferencia casi absoluta a la escultura.

Para ello contó con Algardi como proyectista y con alguno de los mejores escultores jóvenes de la época (por supuesto que Bernini no, al que había alejado del mecenazgo papal)

En el altar se planteó una escultura exenta de Santa Inés en la hoguera, obra de Ercole Ferrata que nos explica perfectamente sus dos almas: la posición y contención gestual como herencia de Algardi (su maestro), los efectos escenográficos de las llamas y los paños flotantes de Bernini (hacia cuyo estilo derivó)

También es suyo el espléndido relieve de la lapidación de santa Emerenciana, en donde principalmente los modos de Algardi, tanto en su composicióm en equilibrio dinámico o el pictoricismo de sus telas, todo jugando con la propia forma del ábside.

De Raggi será la muerte de Santa Cecilia najo esquemas de Algardi, mucho más afectada y llena de detalles que impiden su contemplación sosegada.

Como colofón a la escultura, el propio Papa nos observa desde los pies en un típico juego barroco, pues colocado sobre la puerta, nos observa y ¿bendice? sin que nosotros nos percatemos hasta salir del templo

 

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