Palios

31 agosto 2017

EL CENÁCULO EN EL RENACIMIENTO

Filed under: ICONOGRAFÍA — Etiquetas: , — vicentecamarasa @ 10:15

Ghirlandaio. Ognisanti

Durante el renacimiento italiano la decoración de la Última Cena para los cenáculos o  refectorios de los conventos se convirtió en un verdadero tema con sus propias reglas.

Ya en el el siglo XIV Orcagna había realizado para el refectorio de Santo Spiritu una aproximación al tema, aún demasiado dominada por lo celestial que se superpone al episodio evangélico.

Tomado de wikipedia

De la misma manera había operado Taddeo Gaddi en Santa Croce.

En esta obra, aún demasiado ambiciosa en lo narrativo, ya aparecerán dos de las constantes de estas Últimas cenas, la aparición de Judas delante de la mesa, separado del resto de los apóstoles (y mojando el pan, prueba de la traición), y la de San Juan Evangelista dormido en el regazo del Señor, como prueba de intimidad.

Esta experimentación tenía, por otra parte, un fuerte componente simbólico: incluir en las comidas diarias de la congregación la Última Cena, convirtiendo la alimentación de los monjes en una continua rememoración de la Eucaristía (pero también de la traición, como luego veremos).

El gran salto cualitativo se realizará con Castagno en Santa Apolonia en donde la Última Cena ya toma el papel protagonista a la vez que el tema se utiliza como lugar perfecto de experimentación de la nueva perspectiva lineal que cree un espacio «real» (siempre que se mantenga el punto central de observador) que se funda con el espacio arquitectónico.

El siguiente eslabón lo establecerá Ghirlandaio en sus cenáculos de San Marcos y Ognisanti.

Ghirlandaio. San Marcos

Como corresponde a la estética de la segunda mitad de Quattrocento, y sin perder la experimentación perspectívica, las figuras se humanizan, insistiendo mucho más en las distintas emociones de los apóstoles.

Junto a ello (y en perfecta sintonía con el gusto por lo anecdótico de este periodo, que intenta dar un carácter más amable a la vanguardia de la primera mitad), el escenario se enriquece con múltiples elementos, entre ellos paisajísticos, con las pérgolas que cierran los fondos.

Por otra parte, la escena ocupa ya toda la pared menor, eliminándose otros temas, y se aprovecha esta ocupación del espacio para seguir insistiendo en la confusión entre espacio real y pintado, encuadrándola con las mismas arquitecturas (columnas, arcos, bóvedas) del edificio que permiten una unificación total de los espacios.

Todas estas ideas serán recogidas por Leonardo para crear en modelo mayor de Cenáculo, aquel que hiciera en Santa María delle Grazie en Milán.

Pese a su lamentable estado, podemos observar la persistencia de las ideas anteriores (continuación visual de los espacios, uso de la perspectiva…) y una reinvención del tema de la traición.

Pues, como ya vimos aquí, el tema fundamental de todos estos cenáculos no en en sí la Eucaristía (frente al tema contrarreformista que lo pondrá en el primer plano), sino la idea de la traición de Judas.

Durante todo el Trecento-Quatttrocento, la figura del traidor se separaba del resto de los comensales para insistir en ello.

Leonardo rompe con esta tradición y une a todos los apóstoles, pues como ya vimos en el comentario del cuadro, su principal interés es utilizar el tema religioso para una reflexión puramente humanística: crear todo un catálogo de expresiones que hablaran de los distintos caracteres y estados de ánimo frente a la noticia de la traición (el miedo, la rabia, la indecisión, la perplejidad…)

1 comentario »

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    Pingback por Los cenáculos en el Renacimiento | Cosas que pasan en el Arte — 30 diciembre 2020 @ 12:29


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