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1 abril 2021

GOYA EL PRIMER ARTISTA MODERNO I. CÓMO MIRAR LO INNOMBRABLE. LA NUEVA IMAGEN DE LA GUERRA

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SDELBIOMBO – 23 DE JULIO DE 2008 – 10:05 – GOYA

AVISO. ALGUNAS IMÁGENES PUEDEN HERIR LA SENSIBILIDAD DEL LECTOR 

Queremos irle dedicando a Goya una serie de artículos que nos vayan descubriendo la figura de Goya más allá de sus puras obras. Se tratará, por el contrario, de ir analizando la nueva capacidad de mirar (de enseñarlo a hacerlo) con el que el artista aragonés inaugura la modernidad.

Es, por tanto, un recorrido temático que, tomándolo como punto de referencia, nos sirva para darnos cuenta cómo ha cambiado nuestra percepción de la guerra, el cuerpo humano o el propio hombre.

Su arte será una excusa (el arte siempre lo es) para ver nuestro pasado y, sobre todo, comprendernos a nosotros mismos.

El primer tema que he elegido es el de la guerra. Su forma de sentirla. Para que podáis ver cuánto cambió Goya su iconografía podemos empezar por un ejemplo clásico:

Tanto en Italia, Flandes o España abundó el género de batallas (con gran consideración), y hubo numerosos pintores que se especializaron en él. En él se intentaba glorificar uno de los pilares ideológicos del sistema: el ejército y su capacidad de lucha y sacrificio, siguiendo las ideas que había desarrollado Ucello en el Renacimiento

LA BATALLA DE ORAN-AÑO 1698-LIENZO 145X205 CM Obra de PALOMINO Y VELASCO ANTONIO 1655/1726

MADRID BANCO CENTRAL-HISPANO

Ya Velázquez realiza la primera reconversión del tema en sus famosas Las lanzas. Como ya sabéis el cuadro fue encargado por Felipe IV para adornar su salón de reinos en donde se recogían todas las batalla ganadas en su primera parte del reinado. Velázquez en concreto, además de dirigir todo el conjunto, realizó la toma de Breda. En ella apenas se desarrolla la guerra (sólo en los planos más lejanos) y todo el cuadro habla de la generosidad del vencedor. Su doble valor como victorioso y, a la vez, honorable, que no deja a Nasau arrodillarse para entregarle las llaves de la ciudad. Su mano puesta en el hombro es el gran rango de la victoria: no humillar al enemigo.

Frente a todo esto, fijaros en Goya y sus famosísimos fusilamientos. La violencia que tan lejana (visual y emocionalmente) quedaba en los cuadros anteriores, nos la ha llevado al primer plano. No tenemos otro remedio que mirar. Ya no queda paisaje, anécdotas, ni siquiera la compasión y honor de Velázquez.

Goya se ha esforzado en obligarnos a enfrentarnos con el horror de la muerte, la que ya ha sucedido, la que está a punto de ocurrir. El ejército contrario se ha convertido en una pura máquina de matar y el pintor sólo le concede espacio y expresión a las víctimas.

Esta elección no la olvidarán los autores modernos y tanto Delacroix en su matanza de Squíos, como Picasso en su Guernica, renunciarán a lo anecdótico para centrarse en una idea de la guerra como sufrimiento, no como valentía o patriotismo, que ya será una constante en la imagen de la guerra en el XX.

Matanza de Squíos (Grecia). Delacroix

Picasso. Dertalle del Guernica

Con la llegada de la fotografía de guerra (y con un gran momento culminante en la Guerra de Vietnam) seguirá utilizándose esta línea de denuncia, poniendo la mirada en las víctimas, como en la ya famosa imagen en donde unos vietnamitas corren y, en el centro, una niña desnuda y totalmente abrasada por los efectos del napalm, refleja todo el dolor de los inocentes.

Sin embargo, la posición de Goya frente a la guerra aún es más explícita si revisamos sus Grabados. El título es ya de por sí elocuente: Los desastres de la Guerra, toda una enorme y alargada pesadilla en donde la violencia (frente a los ideales) se hace dueña de la imagen. Un Violencia ciega y, lo que es más importante, sin bandos. Vemos así las atrocidades de ambos bandos, que en el fondo se desintegran en un clima de horror en donde el ser humano saca lo peor de sí mismo.

Es, en el fondo, la imagen pesimista que tenía Goya sobre el hombre. Aquel hombre educado y cortés que, una vez rotos los nudos creados por la civilización, se convierte en un verdadero monstruo. ¿Dónde quedó la cortesía de Velázquez? En realidad no existe y miles de fotografía de guerra nos lo demuestran. Los más elevados motivos con los que suele justificarse el conflicto se olvidan en medio de conflicto y todo vale o, acaso (y esto sería verdaderamente terrible) la ocasión es perfecta para que el hombre pueda por fin sacar todos sus odios y miedos acumulados.

Compara estas dos imágenes (la primera de los Desastres) y la segunda, dos siglos después, ¿Qué han cambiado además de los vestidos)

La foto es de Eddie Adams y ganó el premio Pulitzer.

Lo que queda tras ella no es el triunfo, como era habitual en la pintura barroca. El militar recibido por el rey en olor de multitudes. No. Desde Goya y hasta hoy en nuestra memoria visual quedará la tragedia, la muerte masiva, los sufrimientos. En eso se convertirá todo. Usando una frase del propio Goya en los desastres: Murió la Verdad

En los últimos años, el progresivo control de las naciones participantes en la difusión de la imagen ha intentado esconder todo este horror, filtrando fotografías y videos, pero sólo hace falta que recordéis esta imagen para ver que Goya, lamentablemente, tenía razón. Se tratan de las famosas torturas que los norteamericanos realizaron  (¿realizan aún?) en la guerra de Irak, en su famosa cárcel de Abu Graib

 

Goya ya había hablado de esto en los Desastres

Había comprendido que la guerra es el peor escenario de lo posible. El lugar de la bestialidad que en nuestra vida cotidiana reprimimos. ¿Qué hay más brutal y paradójico que matar a alguien en tiempo de paz sea asesinato y en tiempos de guerra, un deber? Los humanos, a veces somos tan racionales, que sabemos, incluso, justificar lo más irracional.

Fue tan lejos que algunas imágenes suyas no tienen parangón con las que filtran los medios de comunicación. ¿Os imagináis fotografías de esto?

Ningún periódico posiblemente las publicaría, y no sólo por un posible respeto a la intimidad a las víctimas, sino porque es políticamente incorrecto, una idea que se inició en EE UU y que, bajo la excusa de evitar ofender la sensibilidad, nos obligan a una autocensura.

Frente a todo esto, algunos artistas han apostado por recurrir a imágenes sumamente agresivas en lo visual o moral, es el llamado abyect art.

(Mc Carty)

(Hermanos Chapman. Sobre los desastres de guerra).

Golub

Wikipedia

Golub

Frente a ellos nos queda una pregunta: ¿provocar al espectador para hacerle consciente de la violencia o como simple forma de publicidad basada en nuestra propia morbosidad?

Y es que en la posmodernidad hemos llegado a comprender el carácter polisémico de la imagen, sus múltiples interpretaciones y utilizaciones que nos tienen que hacer pensar en la moralidad de la imagen y del arte. ¿Vale todo? ¿Vale en función de tener un buen fin?

O al revés, ¿debemos esconder lo que retrata nuestro lado más oscuro?

Goya lo tuvo claro y apostó por no autocensurarse, pero ¿deberíamos seguir su ejemplo en la actualidad?

Espero vuestras opiniones.

GOYA BÁSICO

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