Palios

15 noviembre 2015

LA IMAGEN DE SAN JERÓNIMO. DEL RENACIMIENTO AL BARROCO

Filed under: ICONOGRAFÍA — Etiquetas: — vicentecamarasa @ 9:05

San Jerónimo. Durero

Tomado de wikipedia

San Jerónimo de Ribera

Sólo hace falta observar estas dos obras para darnos cuenta de cómo cambió la mentalidad en apenas un siglo.

En ambas nos representen a San Jerónimo, padre de la Iglesia que, entre sus múltiples obra, destaca la traducción de la Biblia del hebreo y griego al latín, denominada Vulgata, único texto reconocido desde el Concilio de Trento (de ahí su constante representación como escritor).

Pero además de este aspecto letrado, la biografía de San Jerónimo nos habla de sus reiterados retiros espirituales al desierto, en donde intentaba, por medio de la oración y la mortificación, salvar su alma de los apetitos carnales  y de la soberbia.

Sobre esta base común, los tiempos y el cambio de la ideología, hicieron que cambiaran el mensaje.

En Durero, San Jerónimo es la trasposición del humanista, un verdadero estudioso dedicado al saber a través de la lectura y la escritura. Es la imagen del conocimiento racional, de la mejora espiritual a través de  la sabiduría. Puro antropocentrismo en donde los aspectos penitenciales (como la calavera, el reloj de arena que marca el fin de la vida o la cruz) se vuelven menores, tanto por el tamaño como por su situación, mientras que su celda en el desierto se ha convertido en un pequeño estudiolo, casi un pequeño taller artesanal.

Por el contrario, en Ribera, toda la Contrarreforma hace su aparición apoteósica.

Ya no encontramos a un sabio tranquilo, rodeado de la paz de la sabiduría y la palabra. Por el contrario. Aparece el anacoreta y su cuerpo maltratado por las múltiples vejaciones (la fascinación barroca  por  la penitencia corporal). Incluso su escritura es fruto de un terrible dolor; palabras arrancadas al papel, con un esfuerzo físico al borde del desfallecimiento.

Incluso el escenario ha cambiado, y del cómodo estudio pasamos a la naturaleza agreste. De la suave luz que entraba por las elaboradas vidrieras de Durero a las luces crepusculares. El ambiente nos oprime (al eliminar la perspectiva y llevar a primer término, con una composición atectónica que nos secciona al propio protagonista), nos llena de emoción la imagen.

Y es que ya nada nos habla del poder de la mente, sino del sufrimiento por la Divinidad. El hombre ya no es el dueño de su destino, sino una sombra, un lamento ante la infinitud de la Divinidad.

De la conciliación al drama.

Este proceso lo podemos ver una y otra vez en la imagen de este santo. Simplemente os vuelvo a comparar una imagen del Quattrocento (Ghirlandaio) con otra puramente contrarreformista (Torrigiano)

Ghirlandaio

.

Torrigiani

 

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