Deesis protogótica. Museo Marés. Barcelona
Su origen, como el de tantas iconografías, se encuentra en el mundo bizantino.
La Virgen y San Juan se sitúan a ambos lados del Pantocrator en actitud de súplica (en griego la palabra significa plegaria), convirtiéndose en intercesores.
San Juan del Hospital. Valencia
Su llegada a Occidente (en torno al siglo XII) coincide con un cambio de la sensibilidad religiosa plasmado en dos grandes aspectos.
Alba de Tormes
Como vimos aquí, se comienza a pasar del Maiestas Domini (Cristo triunfante en la Cruz que no sufre) al crucificado de tres clavos en donde va adquiriendo cada vez más importancia lo humano, los sentimientos, la empatía provocada por los dolores y sufrimientos de la Pasión.
San Millán. Segovia
Por otra parte, y en el mismo sentido de humanizar la religión, la Virgen gana importancia en sus múltiples iconografías, convirtiéndose en intercesora entre Dios (que también es su propio hijo) y la humanidad.
Debido a esto la Deesis bizantina cambia el Pantocrator por un crucificado, manteniéndose San Juan y la Virgen a sus pies que establecen la intercesión a la vez que señalan el sufrimiento de Cristo.
Museo Diocesano de Cuenca
La iconografía será habitual desde mediados del XII, aunque con el tiempo la función intercesora pierde fuerza para convertirse en tema narrativo (El Calvario) que incide más en lo ejemplificante del episodio que es la piedra angular de la doctrina cristiana (la muerte de Cristo y su posterior resurrección son el eje de la religión, rompiendo con el mundo antiguo y abriendo la posibilidad de Otro Mundo)
Retablo de San Román. Toledo. Siglo XVI
Derivado de esta iconografía aparecerá también en estos momentos el tema del descendimiento, como ya vimos aquí
Deja un comentario