Al exterior vemos la típica fachada renacentista tardía basada en el Gesú con sus aletones y sus pilastras pareadas que rompen el módulo, aunque de una forma muy plana (frente a los modelos romanos).
De la misma manera, su planta también nos habla de gustos retardatarios para la fecha, con una nave única con profundas capillas laterales y testero plano, escasamente articulados, y gran cúpula en el transepto corto
Realmente, no son estos aspectos los que hacen relevante esta iglesia, sino su posterior redecoración tardobarroca, verdaderamente espectacular.
Como ocurre en el mediodía hispano (pienso en algunas iglesias sevillanas, granadinas o cordobesas), en tránsito hacia una peculiar versión del rococó, Santa Caterina reinterpreta la nueva sensibilidad religiosa de finales del XVIII sin recurrir a las tradicionales rocallas.
Es, más bien, una evolución de técnicas tradicionales (especialmente las taraceas y los trabajos de yeserías) que llenan de color y finura todos los rincones de la gran sala hasta reconvertirla en un mundo de ensueño, sin posibilidad alguna para la tragedia.
Por el contrario. El espacio se vuelve una verdadera labor de pequeños motivos entretejidos por el que resbala la luz y la mirada del espectador, incapaz de poder pararse en un punto concreto, deambulando suavemente por las superficies en donde la decoración aporta ingravidez, anulando las masas.
Fijémosnos simplemente en el altar de Santa Catalina.
Su altar es un juego de formas cóncavas y convexas lejanamente borrominesco al que se añaden columnas salomónicas.
En torno suyo la pared se llena de yeserías y taraceas con motivos de pequeño tamaño en donde se combinan roleos, pequeños bustos, volutas … hasta convertir el espacio en un lugar saturado de formas formas en donde la mirada obligatoriamente ha de mecerse sin parar (aunque también, sin ningún tipo de sufrimiento)
En su centro aparece una escultura renacentista de la santa creada por Antonello Gagini por 1534
Los techos, siguiendo la tradición barroca, son decorados por fresquistas, siendo especialmente interesantes los realizados por Filippo Randazzo
Imagen tomada de panormus.es
La iglesia es todo un espectáculo de las llamadas artes menores, especialmente las yeserías y las taraceas de piedras duras, con miles de detalles curvilíneos y coloreados