LA MAGDALENA. LOS GOTICISMOS DE DONATELLO

Siempre que pensamos en Donatello lo solemos en términos clásicos, y a nuestra mente llegan imágenes como el David, la Cantoría o la Anunciación Cavalcanti.

Poco tienen que ver, sin embargo, estas imágenes con esta obra de la Magdalena, posiblemente ejecutada en los últimos años antes de su muerte, tras su retorno de Padua (ciudad en la que había realizado su clasicista Gatamelatta).

Ni el material (madera tallada y policromada trabajada de forma brutal para crear una superficie quebrada, llena de filos que amenazan la mirada), ni el canon (excesivamente alargado, con monstruosas manos), ni la idea de belleza (negada por su cuerpo esquelético, su cara de facciones hundidas y mirada perdida en las sombras de los huesos) ni su falta total de antropocentrismo (es una visión desgarrada de lo humano, alejada por completo de la seguridad clásica de David, maltratada por los ayunos y penitencias que niegan el cuerpo para salvar el alma) corresponden al ideal clasicista.

Todo lo contrario, esta Magdalena está mucho más cerca de la piedad gótica (una forma de religiosidad extremada como la que puede estar practicando en Alemania  Grünewald) o del mundo desconcertado y angustioso que planteará el manierismo miguelangelesco.

Tomado de wikipedia

La pregunta es, ¿por qué un autor de obras tan clasicistas realiza esta obra tan anticlásica?

La respuesta no es fácil; ni siquiera todos los especialistas están de acuerdo.

Es cierto que en estos momentos centrales del siglo la Florencia clásica está está entrando en crisis y, como se ve perfectamente en la pintura, comienza a triunfar la corriente más sentimental de Lippi y más tarde Botticelli (Antal llamó a esta época las incertidumbres florentinas; otros autores hablan de un manierismo del propio Quattrocento).

Por otra parte, tenemos que entender que el clasicismo de Donatello fue una de sus opciones estilísticas, pero no la única.

En su obra encontramos numerosas esculturas que exploran el carácter emocional a través de la tensión interna, la composición desmadejada o el retrato psicológico, como ya vimos en Judith y Holofernes o se puede contemplar en el famosos Habacuc.

Podríamos hablar, por tanto,  de un carácter pendular del autor que no se niega ningún tipo de registro expresivo.

Lo cierto es que este tipo de obras serán básicas para el Miguel Ángel maduro o la visión religiosa del manierismo español, como el caso de Berruguete, tal y como vimos aquí en su Ecce Homo.

Para saber más de la iconografía de la Magdalena y sus contaminaciones

 

Imágenes de la Magdalena y Habacuc cedidas por JV

 

Vicente Camarasa